¿Te puedes imaginar tener que abandonar o ver desaparecer el lugar donde
siempre has vivido? ¿Cómo te sentirías si ninguna solución o ayuda existía? Eso
es lo que está experimentando la comunidad polinesia de Takuu, un minúsculo atolón
en el sur del Pacífico Occidental que forma parte de Papúa Nueva Guinea. Consecuencia
del cambio climático, el mar inunda cada vez un poco más las casas de los
habitantes, el terreno donde los niños pueden jugar se reduce de manera
inexorable.
Antaño, la isla se llamaba Mortlock, nombre del capitán que descubrió el atolón
en 1795. Unas seiscientas personas viven allí hoy en día, divididas entre
varios clanes y un jefe supremo (Ariki). Las reglas son estrictas en cuanto al
matrimonio, pero la gente está muy emparentada entre sí. Todos los niños del atolón
reciben una educación en inglés en la escuela local hasta el fin de la
primaria. Después, bien tienen que irse de la isla para continuar su carrera o bien
se quedan y contribuyen a las tareas de la tribu. Hasta ahora, la civilización había
vivido protegida de cualquier invasión cultural, religiosa o económica gracias
a su aislamiento, excepto en el siglo XIX, cuando enfermos habían huido de Java
en piragua y habían contaminado la isla con la viruela, reduciendo la población
a 11 personas.
La gente de Takuu dedica hasta 20 horas cada semana al cantar y bailar en
grupo. Las canciones celebran las buenas relaciones entre las familias extensas
o se dirigen a los antepasados. Son únicas en Polinesia. El ethnomusicólogo,
Richard Moyle, visitó Takuu varias veces, lo que le permitió realizar un cd de música,
un diccionario y un libro de gramática. Su última visita le dejo pesimista y
sacudido por los cambios medioambientales.
El documental de Briar March escenifica tres personajes muy valientes, llamados
Teloo, Endar y Satty, que nos permiten descubrir sus vidas y su cultura. La cineasta
también filmó dos científicos realizando un análisis de la situación y evaluando
el efecto del cambio climático sobre esa comunidad que apenas tiene recursos. Así
vemos el impacto humano de una crisis medioambiental. Ha llegado el momento en
que todos, hijos, padres, abuelos, deben decidirse a mudarse en Bougainville,
ciudad infestada por la malaria, o quedarse en Takuu, cuyo futuro no se puede
determinar.
Con la isla, son también las tradiciones y la cultura de esta civilización
que pueden desaparecer. Se trata aquí de una obra cinematográfica que presenta
unos impactos humanos directos del cambio climático en el Pacífico, una
incitación a la reflexión sobre nuestra relación con la tierra y los otros pueblos.
¡Un verdadero grito de socorro!
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